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Como ya han leído en anteriores escritos aquí en el yerbero.hn, los procesos biológicos en el interior de un organismo, que son los que nos permiten mantener el equilibrio interno frente a agresiones externas, ya sean de naturaleza biológica (patógenos) o físico-químicas (contaminantes o radiaciones), e internas (por ejemplo, células cancerosas).

El sistema inmunitario lo componen moléculas solubles en diferentes fluidos de nuestro cuerpo y células localizadas en diferentes tejidos y órganos, principalmente: médula ósea, timo, bazo, ganglios linfáticos o tejido linfoide asociado a las mucosas.

En la médula ósea, se generan las células especializadas en la función inmune: neutrófilos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, células dendríticas y macrófagos; todas ellas se movilizan a través de la sangre y el sistema linfático hacia los distintos órganos.

Muchos de nosotros, ciegos al conocimiento, vemos solo un gran cuerpo y no sabemos de este universo en miniatura que se mueve por dentro en una dinámica estelar.

 

¿Cómo podemos ayudarnos en este quehacer?

Ya lo hemos dicho en escritos anteriores: nutrición sana, ejercicio y mente sana, ayuno intermitente y una cultura armónica con la vida natural en correspondencia a un origen común de toda la vida planetaria.

Con el modelo de vida enfermizo al que estamos acostumbrados, hemos roto con la cadena de memoria de lo natural. Y creemos que lo que nosotros hagamos nada tiene que ver con lo que nos sucede.

Si bien es cierto que los elementos de respuesta innata están presentes prácticamente en todos los seres vivos, incluso los sencillos organismos unicelulares como las bacterias poseen sistemas enzimáticos que los protegen contra infecciones virales, sobre ellos influye nuestra cultura diaria.

El sistema inmunitario innato puede detectar en las células una variedad de señales de «peligro» llamadas patrones moleculares asociados al peligro, distinguiéndolas de las células y tejidos sanos del organismo para funcionar correctamente. ​

La respuesta inmunitaria adquirida permite que los vertebrados, como los humanos, tengan mecanismos de defensa más sofisticados, interconectados con los mecanismos del sistema inmunitario innato en forma dinámica y de más largo plazo.

El sistema inmunitario se adapta con el tiempo para reconocer patógenos específicos de manera más eficaz, generando una memoria inmunitaria.

La memoria inmunitaria creada desde una respuesta primaria a un patógeno específico proporciona una respuesta mejorada a encuentros secundarios con ese mismo patógeno específico.

Pero todo esto es más eficiente si poseemos las características saludables adecuadas gracias a lo que vayamos proveyendo a nuestro cuerpo.

 

¿Pero, cómo es que estamos ante tanto peligro?

Cosechas lo que cultivas, o lo que te cultivan. La inmunodeficiencia ocurre cuando el sistema inmunitario es menos activo que lo normal. La inmunodeficiencia puede ser el resultado de una enfermedad genética, como la inmunodeficiencia combinada grave, ​ o ser producida por fármacos, una infección o un maldito laboratorio con finalidades infernales.

Existen también las enfermedades autoinmunes, que son la consecuencia de un sistema inmunitario hiperactivo que ataca tejidos normales como si fueran organismos extraños, como la tiroiditis, la artritis reumatoide, la diabetes mellitus tipo 1 y el lupus eritematoso.

Pero al respecto la humanidad ha desarrollado ciencia, conocimiento, tecnología, tratamientos. Y una cultura apropiada de respuesta complementaria. Por eso nos reponemos de las amenazas.

 

¿Cómo activar tu sistema?

Ya te lo dijimos al inicio de este escrito, vuelve a lo natural. Si bien los anticuerpos solo son una parte pequeña de todos los procedimientos que tiene nuestro sistema inmune, este sistema está en permanente resiliencia, pero para que ello suceda, el organismo debe de contar con un principio de reacción proteínica, proteínas señalizadoras de alerta y de una primera línea de defensa, que necesita ser restituida, renovada, el organismo necesita ser ayudado, fortalecido.

Además, hay que fortalecer la capacidad fagocítica de nuestras defensas. La capacidad exterminadora del bicho extraño que nos invade para que no se desarrolle. Durante los procesos infecciosos, los fagocitos que se encuentran deambulando por la sangre son atraídos a las zonas conflictivas por las proteínas y las señales químicas de otros fagocitos.

En una segunda línea de defensa tenemos los anticuerpos, que son células betas que activan los linfocitos para el exterminio de cuerpos extraños, pero estos tardan siete días para ponerse en acción.

 

La clave

El sistema inmunológico se desgasta y usted debe restituirle capacidades. Y como vivimos en un sistema en el que alimentarse bien, no solo es caro, sino que está bloqueado culturalmente, la clave está en romper con ese bloqueo.

¡No más basura! ¿No más pereza! ¿No más indiferencia e irresponsabilidad! No siga siendo un tambo consumista de excrementos y acomodado a una muerte lenta.

Hay que recuperar la capacidad de respirar, de convivir para el bien, de compartir agua y vida en abundancia, de oxigenarnos de alegría. Y llenarnos de color en todo, que es la clave de la luz del sol, la plenitud del iris de colores. No solo somos lo que comemos, somos respiración y movilidad física. Y de eso depende que cosechemos mejores pensamientos y sentimientos, voluntad y cultura. Una mejor manera de ser y de adaptarnos a los cambios. Como lo hizo la molécula primitiva (La Mitocondria) con su acción inteligente revolucionó su condición natural para que surgieran las formas de vida que conocemos. Y como lo que nos mata también nos da vida: el oxígeno.

Paz y bien, con conciencia de vida.                              

Yerbero.hn

2 thoughts on “Encuentra la “llave maestra” de tu sistema inmunológico

  • Paola Katsumata
    • Yerbero hn