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¡Las abejas aman las hierbas! Principalmente las flores, las de mayor colorido y sabor en su polen. Pero también son nuestras amigas. Aunque nos tengan reservado algún aguijonazo por el fortuito hecho de no mantenernos a distancia. Ellas saben que somos asaltantes. Igual ellas, lo son de alguna manera, en el benigno afán de dar vida a una reina que garantiza su prole; es una cadena, asaltan por el polen, pero es gracias a ello que regulan gran parte de los ecosistemas del mundo. Y esos ecosistemas sostienen gran parte de la población de flora y fauna terrestre.

Y con el regalo asalto que nosotros hacemos a sus panales, nos regalan salud. Miel, frutos y casi toda la cadena de nuestra alimentación. La famosa polinización es el paso clave en el ciclo de vida de una flor, y las abejas son las que ayudan a que ese momento llegue. Este proceso es vital para la alimentación y para la biodiversidad. Ellas son las responsables del 72% de la polinización de la flora de todo el planeta. El 79% de las especies vegetales comestibles están polinizadas, es decir, que más de la mitad de los alimentos que conforman una buena dieta proceden de la polinización.

Las abejas, responsables de este proceso, se encuentran en peligro de extinción. La vida de una abeja depende sobre todo del clima. Las olas de calor extremo que aparecen durante el verano no ayudan a que completen su ciclo, ellas mueren por asfixia y por la carencia de agua fuera de las colmenas.

No hay que olvidar la cantidad de productos químicos que se utilizan a lo largo del año en los campos de cultivo para que estos salgan y crezcan “sanos”. Pero que matan y vienen en casi todos los productos agroindustriales.

Su lucha de resistencia, ante el cambio climático y los agroquímicos, es una labor extenuante para ellas. Utilizan una gran variedad de métodos para aclimatarse a su entorno y termorregular su colmena para que no pase de 35ºC ni baje de 15ºC, aproximadamente. Con el calor, sacuden sus alas para ventilar la colmena y expulsar el aire caliente, en cambio, con el frío ellas mismas se acurrucan y se traspasan unas a otras el calor corporal para soportar las bajas temperaturas.

Nosotros las estamos exterminando, ellas en cambio nos dan: la miel y la cera, las abejas elaboran un buen número de productos, apetecidos por el mercado. Entre ellos tenemos el polen, el propóleos y la jalea real. Y todos los millones de horas de trabajo permanente haciendo que las yerbas y los árboles produzcan vida y alimentos que terminan en nuestro paladar.

Los panales son grandes fábricas de salud. Y quizá no exista en la naturaleza seres más especializados en sus labores agotadoras hasta morir, en tan solo 21 días de vida.

Esto nos da la miel: Es un alimento sabroso e integral, endulzador primario, contiene proteínas, potente hidratante, favorece la digestión, un potente antibacteriano, fuente natural de antioxidantes. Ayuda en el tratamiento de heridas y quemaduras y alivia la tos y el dolor de garganta.

La jalea real Es un excelente reconstituyente energético en estados carenciales. Mejora el rendimiento físico y mental, ayuda a la capacidad de aprendizaje y a la memoria, aumenta la autoestima y provoca sensación de bienestar y euforia. Aumenta las defensas del organismo. La jalea real es una sustancia segregada por las glándulas hipofaríngeas de la cabeza de abejas obreras jóvenes de abejas melíferas, de entre cinco y diez días, que, mezclada con secreciones estomacales, sirve de alimento a todas las larvas durante los primeros tres días de vida.

La cera se utiliza en agricultura en preparaciones para injertos. En medicina, en diversos bálsamos, ungüentos, supositorios, pomadas, emplastos. En cosmética, en la composición de cremas limpiadoras, astringentes, de belleza, de afeitar; de barras de labios. Los productos que contienen cera de abejas, suavizan la piel.

La cera es producida por las abejas melíferas jóvenes que la segregan como líquido a través de sus glándulas cereras. Al contacto con el aire, la cera se endurece y forma pequeñas escamillas de cera en la parte inferior de la abeja.

El propóleo, según han demostrado varios estudios científicos, posee muchas otras propiedades medicinales, entre las que se le reconocen: antibióticas (fungicida y bacteriana), cicatrizantes, antiinflamatorias, analgésicas, antialérgicas, epitelizantes y anestésicas, entre otras. Se utilizaba tras las intervenciones quirúrgicas como antiinfeccioso y antiedematoso. En ocasiones, se empleaba para tratar dorsalgias, dolores de cadera, traumatismos musculares y de los tendones. Es efectivo contra el herpes y el cáncer combinado adecuadamente con plantas y frutas antioxidantes y breas de plantas de las que ellas obtienen el propóleo.

El propóleo es una mezcla resinosa obtenida por las abejas de las yemas de los árboles, exudación de savia u otras fuentes vegetales y que luego procesan en la colmena como sellante de pequeños huecos.

El polen de abeja calma los episodios de estrés, ansiedad, nerviosismo y depresión haciendo que nuestro estado de ánimo se mantenga en calma y lejos de la irritabilidad y la tristeza que pueden causar estos cuadros. Además, estimula la mente mejorando nuestra capacidad intelectual.

A la hora de consumirlo, la mejor forma de digerir los granos de polen es tomarlos con líquidos. Así, se puede mezclar con zumos o leche, aunque también lo podemos comer con yogur. Al tratarse de un alimento de fácil absorción es recomendable tomarlo durante el desayuno para un mejor reparto de los nutrientes. Además, muchos de los productos de polen de abeja para baja bajar de peso se publicitan como suplementos alimenticios que afirman curar o prevenir enfermedades y síntomas diversos, entre ellos la diabetes, alergias, la presión arterial alta y el colesterol alto.

Existe una leyenda maya, que narra, como las abejas, las mariposas y los pájaros, son habitantes que provienen directamente del sol, como el maíz. Y Seres de luz.

 

Paz y bien, con conciencia de vida.                              

Yerbero.hn